Un puerto infrarrojo (IR) pasa por el sensor y detecta los cambios de longitud,
un dato clave para averiguar la magnitud de la tensión que el material está
experimentando. Al mismo tiempo, un filamento de polímero combinado con
otros elementos permite garantizar el carácter autorreparable del sensor.
Datos que incrementan la seguridad
En el momento en el que el filamento de polímero cede frente a determinadas
condiciones de presión, la resina ultravioleta y un líquido específico ubicados en
el dispositivo se precipitan y entran en contacto con el haz de rayos UV,
endureciéndolo y provocando la reparación del sensor de forma automática.
Según Peters, los eventos inesperados que pueden inutilizar un sensor pero no
colapsar la estructura que está siendo estudiada son muy importantes en
términos de predicción de futuros inconvenientes en los materiales implicados.
Estos eventos podrían ser, por ejemplo, los choques de aves contra las alas de
los aviones o los daños en un edificio tras un terremoto.
La recopilación de datos sobre los efectos de estos fenómenos sobre las
estructuras puede contribuir a tomar decisiones con mayor información y
precisión, determinando así medidas de seguridad más eficientes. Sin embargo,
cuando los sensores quedan inactivos no hay datos disponibles para analizar.
En el futuro, estos nuevos sensores autorreparables podrán aportar esta
información en todo momento, sin interrumpir su trabajo. La presente
investigación, desarrollada en el Department of Mechanical and Aerospace
Engineering de la North Carolina State University, ha sido financiada por la
National Science Foundation.
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